Mi querida Valle,
Esta mañana, ante una ligera depresión por acabarse los días de descanso, he ido a rendir mis respetos al abad de San Bernardo, y felicitarle deseándole un feliz Pentecostés.
Y aprovechando que todos los hermanos estaban orando a la hora de prima, subí a la biblioteca, donde unos mónacos estaban transcribiendo unos pergaminos ya vetustos y deteriorados. Ante uno de ellos, el hermano Écritclair ( de origen francés y afincado en esta abadía desde hace unos años) estuve contemplando su trabajo: un esquema de un futuro pergamino con poemas de Rutebeuf... y viendo que se tenía que ausentar debido a una indisposición a causa del desayuno (sopas de ajo austeras, según me enteré después) , cogí su pergamino y lo enrollé, saliendo al paso de los hermanos que acababan de terminar sus oraciones de prima. Saludé a mi señor abad, preguntéle si el desayuno le había sentado bien, y me respondió que las kokotxas de merluza le habían sentado de maravilla...
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